Si, mi madre, y la tuya y la de todos estos diez mil seres que se amontonan en esta iluminada, infinitamente diurna caseta, fue un amasijo de hierros y cables eléctricos, una inmensa gallina metálica, una insensible incubadora.
Si, mi madre, y la tuya y la de todos estos diez mil seres que se amontonan en esta iluminada, infinitamente diurna caseta, fue un amasijo de hierros y cables eléctricos, una inmensa gallina metálica, una insensible incubadora.