Ngulumapu, Pewü, 2018 

Como geograf@s, que trabajamos en el territorio junto al pueblo mapuche, nos hacemos parte del dolor de la familia y Lof del peñi/lamngen Camilo Catrillanca, asesinado cobardemente por Carabineros de Chile. Este episodio ocurre en el marco de la violencia policial y política ejercida por el Estado chileno hacia los Lof mapuche en resistencia de la comuna de Ercilla, provincia de Malleco, en la región de la Araucanía, que hoy ejercen el control sobre sus territorios. Manifestamos nuestro rechazo al innecesario uso de fuerza policial en la comunidad de Temucuicui, vulnerando los derechos de niñas, niños y adolescentes expuestos a constantes allanamientos y violentos operativos policiales. Por este motivo, exigimos la desmilitarización de la comuna de Ercilla, la salida del Comando Jungla de la región de la Araucanía, así como la renuncia del intendente de la Región de la Araucanía, Luis Mayol, y del ministro del interior de Chile, Andrés Chadwick, principales responsables de estos eventos. 

La violencia colonial en Wallmapu ejercida por los Estados Nacionales de Chile y Argentina desde sus inicios, a través de acumulación por desposesión, derivó en la apropiación de territorio mapuche para el ejercicio de poder soberano, instrumentalizándolo según las pautas del mercado y del pensamiento moderno para convertirlo en propiedad. Hoy en día, la continuidad de la práctica del colonialismo interno sigue recayendo sobre el conocimiento y las prácticas territoriales de nuestro pueblo, imponiendo mediante la fuerza una política de negación, que encarcela y asesina a nuestros jóvenes weychafe y autoridades mapuches – logko, werkén, machi –. 

La comunidad Temucuicui, territorio de Huequén, actual comuna de Ercilla, es un ejemplo de resistencia territorial en Wallmapu, siendo la comunidad que mayor extensión de tierras ha logrado recuperar durante las últimas décadas, primero, con el fundo Alaska y posteriormente con la recuperación del fundo La Romana y Montenegro, que se encontraban bajo el control de forestales y latifundistas. El peñi/lamngen Camilo Catrillanca, fue uno de los weychafe que entregó su vida en este proceso de recuperación territorial. Cuando este territorio fue recuperado, se juró que en él no volvería a entrar la policía, ni el Estado. Es por este motivo que a pesar de la represión instalada aquel trágico día, el peñi/lamngen Camilo Catrillanca avanzó con su tractor, ejerciendo con su cuerpo el control territorial y su derecho a la autonomía. 2 

Creemos que la sistemática represión policial realizada por las unidades de operaciones especiales de carabineros llamada “Comando Jungla” en Wallmapu, no sólo entorpece los constantes esfuerzos de diálogo entre comunidades mapuches, sociedad chilena y Estado, sino que también incita a la violencia en un territorio históricamente intervenido y empobrecido por la sociedad dominante, creando una geografía del terror tal como se ha hecho en Colombia sobre los pueblos originarios y afrodescendientes que ejercen su territorialidad y libre determinación. Por otro lado, el modelo extractivo que promueve el Estado de Chile sobre nuestros territorios es una geopolítica de la muerte, que atenta contra el ixofillmongen, es decir, sobre todas las formas de vida sin excepción alguna. Ngen, leufu, lemu, uñum, wingkul, mallín, entre muchas otras entidades que entran en relación con la existencia mapuche, hoy se encuentran amenazadas, generando violencia estructural, epistémica y ontológica. Afectando al Az Mapu, orden territorial mapuche, se afecta la existencia de nuestro pueblo. A lo anterior se suma el accionar de los medios de comunicación oficiales que ha construido un imaginario geográfico sobre la “zona roja del conflicto mapuche”, y el terrorismo étnico, promoviendo la violencia simbólica que criminaliza el legítimo derecho a la resistencia de un pueblo, e incitando discursos racistas en la sociedad chilena. La lucha por el territorio, no es terrorismo, la lucha del pueblo mapuche es territorialista, no terrorista. 

La geografía, como ciencia social, tiene una deuda pendiente con el pueblo mapuche, que se devela en su silencio cómplice frente a una disputa territorial histórica en Chile. Esta resistencia a la apertura de estos temas que son urgentes e íntimamente ligados a nuestro quehacer es problemática. Si bien en Chile, hay geógraf@s que han estado trabajando con comunidades mapuches en los último 20 años, cuyos trabajos han sido publicados y expuestos en Congresos, las discusiones se mantienen en una esfera marginal. Mientras tanto, vemos cómo en la enseñanza geográfica prevalece una lectura descriptiva del espacio heredados del régimen militar, el cual fue eliminando del mapa aquellas territorialidades mapuches en resistencia y la promoción de discursos de desarrollo territorial de carácter capitalista que son poco críticos respecto al reconocimiento de los derechos territoriales de comunidades mapuches del sur de Chile. 

Creemos importante señalar primero, la necesidad de avanzar hacia una geografía que reconozca las diferencias, a través de un diálogo de saberes con la sociedad chilena, necesarios para construir un camino hacia una geografía de la paz. Para esto es indispensable la formación de estudiantes, profesionales, académicos e investigadores sensibilizados con la realidad y el conocimiento territorial propio que emana desde los pueblos originarios. Tenemos pendientes varias tareas: en primer lugar, discutiendo las políticas de desarrollo neoliberal que se imponen través de instrumentos como el Plan Araucanía, que busca modificar la Ley Indígena para facilitar el arriendo o venta de tierras indígenas de forma individual, sin abordar de forma seria, el trasfondo de las demandas territoriales de los pueblos originarios. En segundo lugar, visibilizando el contexto geográfico, social, histórico 3 

y político de las demandas de los pueblos originarios la cual es transversal a muchos de los temas que se trabajan y enseñan en las escuelas de geografía del país, que nos permita nutrir una lectura más crítica respecto a estas situaciones y contribuir a sus posibles soluciones. En tercer lugar, cuestionando el modelo curricular monocultural con el cual se enseña geografía en las aulas escolares y universitarias, tendientes a homogeneizar categorías espaciales relacionadas al mundo indígena, limitando comprensiones del espacio situadas culturalmente. En cuarto lugar, fortaleciendo nuestro compromiso con las comunidades indígenas, por medio de trabajos serios de cooperación que nos obliga a renovar nuestras metodologías de trabajo, en el marco de una responsabilidad ética de investigación. 

Queremos hacer un llamado a la academia geográfica a prestar mayor atención a las demandas territoriales de los pueblos originarios, quienes han estado marcados por la pobreza y el despojo, cuyas resistencias y luchas debemos hacernos cargo. Creemos que la Geografía es una disciplina relevante para la transformación social y para construir mundos más esperanzadores que nos permitan hacer frente a las agresiones del proyecto neoliberal y moderno. Y porque, como dice Daniela Catrileo: 

Hoy nos puede demostrar que su gesto es político y no una mera extracción epistemológica. Hoy necesitamos que todxs salgan de su comodidad, porque nos están matando y no hay paper que aguante ese dolor 

Firman inicialmente: 

-Viviana Huiliñir-Curio, Investigadora del Centro Internacional de Estudios de La Patagonia, Núcleo de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de La Frontera, Chile. 

-Pablo Mansilla Quiñones, académico del Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile 

-Leonardo Simón Crisóstomo Loncopán, licenciado en Ciencias Geográficas UCT, werkén Lof Trankura. 

-Marcelino Aillapán Matamala, Geógrafo UCT, miembro comunidad Indígena Antonio Hilcapán, Lircay. 

2 comentarios en «Geógrafos: Contra la geopolítica de la muerte, una geografía para la vida»

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