bandera vascaEl día 12 de Diciembre de 2.014, se cumplió el octavo aniversario de la muerte, en accidente de tráfico, de Iban.
La muerte de Iban no será recordada con un twitt de la Asociación de Represaliados Vascos, ni la Fundación de la Memoria Vasca sacará su fotografía en Facebook, como hacen cuando se recuerda la muerte de cualquier víctima de la dispersión carcelaria, el alejamiento de sus casas a que somete el Gobierno español a los luchadores vascos presos. Sin embargo, Iban es una víctima de esa dispersión, una víctima más. No se dirigía a ninguna cárcel a visitar a ningún pariente a cientos de kilómetros de su casa. No. Iban acababa de entregar un paquete para que lo llevaran a 7.000 kilómetros de distancia, donde se encuentra exiliado su hermano. Ese paquete era el Regalo de Navidad de un Refugiado Político Vasco en Venezuela. A la vuelta, tras la entrega, en un día de invierno, esos inviernos húmedos, fríos y oscuros que son propios del País Vasco, un accidente de tráfico acabó con su vida, pero nadie conoció la realidad de las circunstancias que rodeaban a su muerte.
Su muerte se vio rodeada de un velo de silencio. Al igual que la vida de su hermano. A miles de kilómetros de su casa, con un océano por medio, ni su familia ni amigos tienen la posibilidad de visitarle regularmente. Hace más de 6 años que nadie de su familia ha podido encontrarse con él, aunque sea con una mampara por medio, como ocurre con los luchadores presos.
El sigue allá, solo, sin apoyos familiares de ninguna clase, en circunstancias vitales y personales difíciles de soportar y de entender. Ni sus vecinos del pueblo donde nació, ni su cuadrilla de amigos, conocen esta situación. No puede comunicarse con ellos, por lo que, al desconocer todas sus carencias, no tienen la posibilidad de ayudarle a sobrellevarlas.
El hermano de Iban tuvo que sobrellevar su muerte como todo ahora, en silencio, sin ningún apoyo moral, sin un brazo amigo que le diera una palmada. Sin un hombro en el que reposar, siquiera un momento, tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta lejanía. Su situación legal, con una personalidad sustituta, le impedían hacer público su sufrimiento.
Iban era el único nexo de unión de su hermano con su pueblo, sus padres, sus amigos. Roto éste, el hermano de Iban quedó a merced del destino. Sin forma alguna de comunicarse con el que había sido su mundo. Lo que le ha ocurrido desde entonces, no ha podido referirlo de forma directa a sus más cercanos.
El hermano de Iban conoce perfectamente los motivos que le llevaron a estar donde está y los asume, por eso, nunca se queja, porque reconoce que forman parte de su militancia revolucionaria. El silencio es una regla de oro en la vida de los refugiados con una identidad que no es la suya. Viven en silencio, sufren en silencio y esperan en silencio.
Por eso es tan importante la falta de Iban para su hermano. Es una falta todavía más dura que la de cualquier hermano en circunstancias normales. Además del hermano, ha perdido el apoyo que le suponía, el nexo de unión con su mundo de origen.
De ahí nuestro especial recuerdo a la persona y la figura de Iban.
Por cierto, Iban era el hermano de ASIER GURIDI ZALOÑA, residente en la República Bolivariana de Venezuela, sin documentos, con un proceso de extradición pendiente, solicitado por el gobierno español. Su hijo nacido en Venezuela se llama Iban, en recuerdo de aquel hermano perdido una noche de oscuro invierno vasco, y no dispone de su identidad real, por las circunstancias descritas.
IBAN, ADIOS Y HASTA SIEMPRE!!!!!!!!!!!!!!
SIEMPRE EN EL RECUERDO!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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