Por: Khalid Amayreh (Al Ahram Weekly) / Viento Sur
Miles de presos palestinos que se pudren en las prisiones y los campos de detención israelíes han emprendido una huelga de hambre ilimitada para protestar por un gran número motivos, particularmente la tristemente famosa detención administrativa, la reclusión en aislamiento, los humillantes cacheos nocturnos y el hecho de mantener a los detenidos en prisión después del fin de su pena.
El martes 17 de abril pasado, unos 2.300 detenidos habrían devuelto sus comidas en el marco de la huelga de hambre que coincide con la “Jornada del Preso Palestino”.
Hay unos 4.700 presos palestinos que se pudren en las prisiones israelíes, muchos de ellos presos puramente políticos que Israel castiga por haberse opuesto pacíficamente a la brutal ocupación israelí de Cisjordania y Jerusalén-Este desde hace decenios.
Centenares de presos están detenidos sin inculpación ni proceso, manifiestamente a fin de romper su voluntad de resistencia. Esos presos incluyen médicos, profesores de universidad, poetas, estudiantes y legisladores electos.
Israel, que utiliza algunas de las tácticas más duras desarrolladas para ahogar a los palestinos insumisos que reclaman la libertad, se refiere a los detenidos como “terroristas” para estigmatizarlos a ojos del mundo y privarles de toda simpatía pública. Lo que no impide que predomine la empatía y la solidaridad con ellos pues prácticamente cada familia tiene un allegado, un amigo o un ser querido tras los barrotes en Israel.
Más de 700.000 palestinos (el 20% de la población) ha vivido un encarcelamiento en Israel al menos una vez desde que Israel ocupa Cisjordania, desde 1967. Cada día decenas de jóvenes continúan siendo llevados por el ejército de ocupación israelí.
Entre los detenidos que realizan la batalla del vientre, hay tres egipcios y numerosos árabes de otros países. Unos 50 activistas que se han infiltrado a través del bloqueo de Cisjordania hacen igualmente ayuno en solidaridad.
Miles de palestinos en Cisjordania y Gaza han salido a la calle o han realizado reuniones y sentadas para mostrar su solidaridad con sus camaradas en las mazmorras israelíes.
La campaña contra la cautividad de duración indeterminada sin inculpación ni proceso (detención administrativa) ha cobrado auge recientemente después de la prolongada huelga de hambre de dos prisioneros. El primero es Khader Adnan, un joven activista palestino cuya huelga de hambre ha durado 66 días. Ha sido puesto en libertad el martes pasado, pero nada asegura que permanecerá libre y que no será detenido de nuevo, lo que suele ser un procedimiento de la política israelí de acoso a los resistentes palestinos.
La otra prisionera es Hana Al-Shalabi, de 23 años, que ha ayunado durante 44 días, exigiendo el fin de su detención administrativa. El mes pasado Al-Shalabi, que vive en el norte de Cisjordania, ha sido deportada a la banda de Gaza.
Las autoridades de ocupación han calculado que la posible muerte de prisioneros desencadenaría una intifada o un levantamiento en los territorios ocupados, lo que podría desestabilizar y poner en peligro el régimen del presidente Mahmud Abbas, dirigente de la Autoridad Palestina (AP).
Abbas hay saludado a los prisioneros, diciendo que su causa está a la cabeza de su lista de prioridades. “No dormiremos y no tendremos el alma en paz mientras no hayáis vuelto a vuestras casas”, declaraba el dirigente palestino a la televisión para marcar el Día del Prisionero.
Abbas ha dicho que se dirigiría a los estados firmantes de la Cuarta Convención de Ginebra a fin de aplicar sus cláusulas a los palestinos como pueblo bajo ocupación. El dirigente palestino ha dicho que esperaba que Israel estaría obligado a tratar a los presos palestinos como presos de guerra.
Israel, que viola descaradamente el derecho y las normas internacionales no se considera como potencia ocupante y llama a los territorios ocupados “zonas en disputa”. Tras más de 44 años de ocupación militar, millones de palestinos se siguen viendo privados de sus derechos humanos y sus libertades civiles.
La comunidad palestina no deja de mostrar una unidad ejemplar frente a las tentativas israelíes de aplastar la luchar por la libertad de los prisioneros.
“Estamos unidos y sin divisiones cuando se trata d los prisioneros, y velaremos por nuestros hermanos y hermanas que están en las mazmorras israelíes mientras sus exigencias no sean satisfechas”, dice el cuadro de la AP Qaddura Fares, presidente de la Asociación de Prisioneros.
“Pienso que cada vez más presos se unirán a la huelga de hambre. Se trata de un combate por la vida y la dignidad”, añade.
La huelga ha sido calificada de “huelga de Karama”, por la palabra árabe que significa “dignidad”.
Además de su demanda de poner término a la detención administrativa y a la reclusión en régimen de aislamiento, los prisioneros exigen el fin de las inspecciones y redadas nocturnas. Demandan también el levantamiento de las graves multas y de todas las acciones que se derivan de la llamada “Ley Shalit”, que impone duras restricciones a los prisioneros afiliados al grupo palestino de resistencia Hamas.
Según el “Informe sobre Israel y los Territorios Palestinos Ocupados” de Amnistía Internacional para 2011: “Este año también, palestinos de los territorios ocupados sometidos a un sistema de justicia militar israelí han sufrido toda una serie de violaciones de su derecho a un proceso justo. Eran regularmente interrogados en ausencia de un abogado, y eran enviados, a pesar de su calidad de civiles, ante tribunales militares y no civiles”.
Ese mismo informe de Amnistía Internacional declara: “Numerosas informaciones han relatado actos de tortura y malos tratos, infligidos en particular a niños. Entre los métodos más a menudo señalados figuraban las palizas, las amenazas contra el detenido o sus allegados, la privación de sueño y el mantenimiento prolongado en posiciones dolorosas. “Confesiones” que habrían sido obtenidas bajo presión eran tomadas como prueba por los tribunales militares y civiles israelíes”.
Es probable que el gobierno israelí ignore la huelga de hambre masiva, al menos en el estadio inicial. Israel podría también recurrir a tácticas draconianas, como la alimentación forzada de los detenidos.
En el pasado, cuadros y dirigentes israelíes argumentaban que las huelga de hambre palestinas constituyen una amenaza existencial para la supervivencia de Israel. Este tipo de reacción ha vuelto a aparecer recientemente en la forma en que las autoridades israelíes han (mal)tratado a activistas extranjeros venidos a Israel para mostrar su solidaridad con los palestinos.
Pero los palestinos, por su parte, no tienen elección. Su lucha no es solo por la dignidad. Lucha también por su vida.
Traducido de la versión en francés publicada en http://protection-palestine.org/spip.php?article11729 por Faustino Eguberri para VIENTO SUR