Fuente: Alba Tv
Abril en tres actos
I
Punto de quiebre
Se podría comenzar a hablar desde un 11 de abril alzado lóbregamente sobre la dignidad de un pueblo, sin embargo, Gustavo Borges, comunicador popular, hombre cuyo rostro se ha repetido en los muchos rostros de los muchachos que por años sintieron la pobreza “en la carne más viva”, habla de un “punto de quiebre”. Ese punto no inició en el 2002, viene, desde sus vivencias, de los años en los que sintió y respiró un contexto político represivo y corrupto que marcó a la generación de su tiempo, cuando la exclusión era para los pobres.
Este es un fugaz paseo por algunos episodios vividos por Borges durante el mes de abril del 2002. Un paseo que no pretende ser verbo encarnado en la generalidad, ni narración heroica, como dice Gustavo, del que “llevó más coñazos”, es la memoria hecha conversa.
Aun hoy, cierto asombro asoma Borges cuando se desliza en el recuerdo de aquellas veces que pensó que se era pobre porque “tocaba”. Y no solo se trata de una perspectiva particular, much@s pobres tuvieron esa consideración casi esencialista, como por una especie de Providencia, de que era normal cargar tobos de agua cerro arriba y cerro abajo o lavar la ropa en un pocito porque no llegaba el agua, mientras esparcidores reverdecían las vastedades del Country Club. Incluso, mucho había de esa indignación llevada a vergüenza de la que hablaba Cabrujas, sufriendo en silencio la inflación tras el paquete neoliberal: “… opté por callarme porque hoy en día uno no puede hablar con un rico, o con un teórico de la riqueza, sin que nos acompañe la sensación de estar metiendo la pata y diciendo una estupidez.”
Evocar tanta miseria junta en pleno 2002 fue el punto de quiebre, ahí mismo, en la calle, cuando se derrumbaban de súbito los cuerpos de manifestantes sin oír siquiera el eco del disparo, eran las balas silenciosas de francotiradores.
Para Gustavo el 11 de abril le sigue resultando un episodio turbio, muertos y Golpe de Estado: “a pesar de la relevancia del 11 y del 13 yo prefiero hablar del 12”.
“Vi el rostro más cruel y más crudo de la derecha”
Relata Borges que la autoproclamación de Carmona Estanga como presidente de la República, la eliminación de lo que hasta el 2002 se había construido, la suspensión de todos los decretos con rango, valor y fuerza validados durante la gestión del presidente Chávez, todo esto que para Gustavo es decir: “la arrogancia del poder”, minaron las casas de los barrios caraqueños de un dolor colectivo.
Pero en principio este dolor no encontraba un cauce cierto y empezaron esas pequeñas acciones, desahogos necesarios que encenderían posteriormente la lumbre de la mayoría. En el caso de Gustavo fue caminar hasta el Metro de Caracas y en pleno vagón empezar a decir a viva voz que no se podía permitir eso, que había que salir a frentear, a responder por el presidente Chávez.
«Estoy seguro de que así como yo tuve esa acción individual el 12, muchos la tuvieron de alguna u otra forma. No se pueden llamar acciones individuales, fueron colectivas, no había ningún tipo de organización, cada quien accionó según su estado de ánimo y según lo que podía hacer y el barrio donde estaba. Estoy seguro de que el 12 muchas otras personas manifestaron su arrechera de alguna manera públicamente. Estoy seguro de que en algún pueblo de algún estado de Venezuela había gente dando discursos el 12.»
En este recorrido por cada vagón un muchacho le dijo “si ustedes son tantos, entonces ¿dónde es que están?”
II
“Aquí estamos”. El 13 de su propia boca
Había que responder desde lo colectivo
El 13 en la mañana ya era indetenible. Hay que tomar en cuenta con relación al 13 la cercanía de los barrios del Oeste con el Palacio de Miraflores, los Frailes de Catia, La Pastora, Manicomio, el 23 de Enero, eso fue un motor, el tener a toda esa gente tan cerca de nuestros espacios fue un detonante de reacción. Estábamos ahí.
Sobre la organización colectiva Puede ser que algunos colectivos de la zona del Oeste hayan estado reuniéndose en la noche para tomar acción el 13 en la mañana o ese mismo 13 hayan estado envueltos en discusiones para hacer algo, pero en general, en el caso mío, en el caso del barrio en el que yo estaba no fue así, la gente a las 7 de la mañana estaba en la calle, y todos decían lo mismo: “Vámonos pa Miraflores”, empezaron a juntarse y lo único que tú escuchabas en el barrio era “Vámonos, vámonos pa Miraflores”. Ahora, ¿a quién se lo escuchabas? Se lo escuchabas al plomero, al electricista, al que tenía el pequeño abasto, a la ama de casa, al estudiante, al motorizado, al buhonero, a la gente llana y de a pie, la que tal vez la oposición pensó que solo iba a salir a saquear, mas no a asumir una actitud tan política de enfrentarlos en el mismo Palacio que ellos habían tomado.
En el 23 de Enero, cuando nosotros empezábamos a salir de barrio Sucre ya sabíamos que en la Avenida Sucre habían enfrentamientos, que no podíamos bajar por ahí, y la gente decidió tomar la vía contraria, hacia Caño Amarillo. Lo más impactante de todo eso es que mientras 300 o 400 personas del barrio ya íbamos, de la otra calle que iba bajando del mirador venían 300 o 400 personas que se unieron a la marcha que ya nosotros llevábamos y a medida que íbamos avanzando hacia Caño Amarillo de los otros callejones venían bajando otros 50, otros 200 que sin necesidad de preguntar “A dónde van”, se unían a ese río que iba por las calles del 23 de Enero vía Miraflores.
Al ver los enfrentamientos, salimos antes de Caño Amarillo. Cuando llegamos ahí vimos a la Policía Metropolitana disparando hacia el 23, y algunos de nosotros se detenían ahí a enfrentar a la PM, pero sucedió algo interesante, la PM estaba de espaldas a La Pastora, de espaldas a las mismas calles que bajan desde Manicomio y de repente la gente de La Pastora, Manicomio y Lídice empezó a bajar y atacaron a la PM que les daba la espalda, allí rebasaron a la PM que no tenía cómo defenderse, yo frenteaba a la policía, pero eran muchos. Cuando la masa rebasó a la PM, esta empezó a replegarse. Cuando lo hizo, llegó una masa de Los Magallanes de Catia, y en esos minutos o segundos, toda esa gente se consiguió en la iglesia de Paguita entrando a Miraflores.
“Fue una acción colectiva” Nadie pensó que la Guardia de Honor iba a tomar el Palacio internamente, no había contacto entre la gente que iba bajando y esos muchachos, ellos estaban con el mismo ánimo que nosotros en el barrio el 12 de abril. Por eso es que fue una acción colectiva, sin coordinación pero colectiva, el sentimiento mismo nos organizó y nos colectivizó. Uno pudiera decir, por ejemplo, que teníamos contactos con los muchachos de Miraflores, nos comunicamos y ellos iban a tomar en Palacio y nosotros íbamos hasta allá para apoyarlos, no, mamá, eso no fue así.
Llegamos a Miraflores como a las 9 de la mañana, la mayoría no sabía qué coño iba a hacer a Miraflores, solo que íbamos pa allá. La gente subía a pie de La Guaira pa Miraflores, en todas partes estaba sucediendo lo mismo que en mi barrio. Llegamos increpando a los militares de ahí, que cómo era posible la traición, y recuerdo a uno de ellos diciéndonos “Busquen más gente, nosotros estamos con ustedes. Nosotros vamos a tomar el Palacio.” Otro de esos soldados nos dijo “No se vayan, que ellos están allá adentro y nosotros los vamos a tomar presos.” Ahí sí nos empezamos medianamente a organizar, a mí me tocó bajar hacia la Avenida Baralt, porque Miraflores tiene unos túneles que son como estacionamientos por los que entras con el carro y sales por la Baralt y agarras la Cota Mil, y la idea nuestra era colocar ahí, por indicaciones de los soldados, unas barricadas para que no escaparan, pero fue imposible, empezamos a colocar las barricadas y empezaron a salir aquellas tremendas camionetas, último modelo, no joda, sopladas.
Lo demás es historia: alzamiento militar, no estamos con este hombre [Carmona], Chávez está secuestrado. Ahí nos quedamos hasta que llegó Chávez y subí con unos compañeros motorizados al 23.
III
Albor. Los hijos del quiebre
Esos sucesos marcaron a toda mi familia. En el caso de mis hijos, digo que son los hijos del quiebre de la historia que se empieza a convertir en este proceso. Vieron el Caracazo, mis hijos sufrieron parte de la exclusión de esos gobiernos, vieron y sintieron en carne propia el Caracazo y sus razones. También la caída de CAP, el Golpe de Estado, la llegada de Chávez, mis hijos vieron a Chávez ganando.
Mis hijos se criaron en medio de todos esos espacios de confrontación por las luchas y eso los marcó mucho, y ha sido bueno para ellos porque han asumido posición, han aprendido a que si aquí no se asume posición entonces uno queda a la deriva, eso los ha movido a participar profundamente en todos los espacios de lucha.
¿Por qué Gustavo Borges va a defender este proceso igual o más fuerte que antes si la oposición intentara dar al traste con él definitivamente? En gran parte por esos muchachos, no solamente por mis hijos, sino por los muchachos como ellos, o los que no han sentido la represión ni la exclusión de la derecha, sino que solo han conocido este proceso que les ha permitido esos espacios en los que pueden expresarse de las más diversas formas: el que quiere ser colectivo malandro es colectivo malandro, el que quiere ser colectivo sexo-diverso es colectivo sexo-diverso, siempre progresista todo. Es esa amplitud que nos permite expresarnos realmente como somos, y coño, esa vaina hay que cuidarla.
Nosotros estamos aquí para apoyarlos, para que este proceso no se pierda para ellos, uno vivió todo eso, este proceso les pertenece a ellos.
Nosotros con Chávez
Por toda Caracas y otros estados se leen graffitis del colectivo HipHop Revolución como campaña a favor del presidente Chávez. Los hijos del quiebre son los constructores de estos espacios.
Lo interesante es que es una apuesta fresca, no es solamente HHR, es Tiuna el Fuerte, los compañeros de ASGDRe, sexo-diversos, son una cantidad de jóvenes que gracias a esos espacios de libertad están haciendo propuestas nuevas. Tanto así que antes salíamos a hacer pintas en las noches y poníamos “Vamos a tomar el cielo por asalto” o “Pueblo unido nunca será vencido”, ahora conseguimos “Obrero que piensa bota la fábrica” o “Somos la chusma, el malandro, el olvidado, el jediondo, pero ahora somos el poder”. Algo está pasando aquí, yo digo que este país se jodió, es decir, el país que veníamos arrastrando y que cuando queremos ofrecérselo a nuestros muchachos ellos dicen “No, papá, usted habrá podido ser muy luchador y guerrillero, pero nuestra propuesta es más fresca”, y nos queda acompañarlos para que esa propuesta tome la forma que ellos le han estado dando.
Esa generación de muchachos, esos miles de muchachos son los hijos del quiebre. Hace poco me preguntaron si los jóvenes son los que decidirán el 7 de octubre, y yo les dije que en gran parte sí, a lo que preguntaban si había más jóvenes de la oposición o del lado nuestro, les dije que no importaba porque los jóvenes progresistas, los nuestros, están en la calle, están en el barrio haciendo cosas con sus propios códigos, aceptando al pana del barrio como es, sin pedirle que cambie, solo que se incorpore, que ahí se van dando los cambios necesarios. Los muchachos que están con el proceso son los que van a decidir esto el 7 de octubre, gracias a que son los hijos del quiebre, los hijos de esta historia.