
por: José Millet
La oligarquía bate abanicos en el frontón de la catedral. La burguesía está contenta en las misas que se realizan a diario en las tantas iglesias existentes en casi todas las esquinas. Pocos recuerdan en su vida cotidiana los centenares de miles caídos durante la Conquista de españoles y alemanes que siguieron a las carabelas del Almirante Cristóbal Colón. Descansen en santa paz sus restos en los santuarios de Tara Tara o Urumaco. Mejor es tenerlos como fósiles arqueológicos u olvidarlos. Mejor es tener al Daio Manaure en una escultura—en actitud de genuflexión– con la arepa entregándosela al invasor genocida. Mejor es recordar al bueno de Juan de Ampíes en una plaza frente a las oficinas de la Zona Educativa. Mejor es recordar a Bacoa con un premio de artes plásticas sin la presencia de los descendientes de los bravos guerrilleros jira jara que se enfrentaron con arcos y flechas a los invasores europeos. Mejor es seguir repitiendo la lección enseñada por los «historiadores» de que los pacíficos caquetìos pactaron con los genocidas para que prevaleciera la santa paz de los sepulcros desde entonces hasta el presente. Así la buena conciencia nos ayuda a conciliar el sueño; mejor es olvidar, no condenar los genocidas que cargaron los arcabuces contra mujeres, ancianos y niños, los destrozaron con sus lanzas y caballos en nombre de La Cruz…como decía Alì, la cruz gamada… Reza el piloto cuando va a bombardear las aldeas de Viet Nam.
Poco a poco se abre paso la Verdad: hubo resistencia de los pueblos originarios que se enfrentaron con sus rudimentarias armas al invasor europeo. Hubo palenques irreductibles a la furia de los conquistadores, que los quisieron aniquilar con las armas más avanzadas de la época, con pólvora, arcabuces, espadas, lanzas y perros de presa y caballos de batalla.Al proceso de lucha y resistencia, se unieron los “guerrilleros negros”, antes africanos esclavizados y uno y otros, juntaron sus fuerzas para constituirse en territorios libres. Junto con el mestizo Josè Leonardo, sus capitanes, hubo negros y mulatos de la talla del capitán de cimarrones y luchador social José Caridad González; como hubo también población aborigen que combatió junto con ellos a partir de aquel 10 de mayo de 1795… Esto no ha sido tomado en cuenta por los historiadores que escribieron sus relatos de los hechos apegados a la visión de la clase dominante.
Ayer viernes desfilaron junto con nosotros en una marcha por las calles de la ciudad de Coro los humildes obreros agrícolas de la comunidad descendientes de ayamanes de San Pedro, parroquia Mapararì, municipio Federación. Los invitó el Instituto de Cultura del Estado Falcón en la persona de su presidente Simón Petit para participar en un acto político que se realizó en la calle Zamora casi con la avenida Manaure, de la ciudad de Coro, Estado Falcón. La idea era que aportaran las buenas fuerzas y su fe en una acción en beneficio de la salud del presidente de la República Hugo Rafael Chávez Frías, en proceso de recuperación de una segunda intervención quirúrgica realizada en Cuba. Trajeron sus cañas y los frutos de sus cosechas para ofrendar a la Madre Tierra y propiciar las buenas energías que llegará a la Mayor isla del Caribe; y trajeron sus cachos con que invocan los espíritus de las montañas en que enfrentaron ayer los conquistadores europeos y hoy apoyan esta Revolución Bolivariana. Encabezaba la comitiva de 10 tureros Rodolfo Garcés, capataz y chamás de esta tradición ancestral que ha pervivido a la desulfuración a que los sometieron tanto los amos españoles como los amos venezolanos con el concursos de instituciones poderosas, como la iglesia católica y, en combinación diabólica, los sometieron, durante más de cinco siglos, al silencio. Estuvieron en la masa de venezolanos cercana a la tarima donde hablaron y dirigieron sus mensajes varios líderes políticos, siempre en apoyo y solidaridad por la salud del Presidente Comandante Hugo Chávez Frías.
Reza el rico. Reza el pobre. Se alegra la oligarquía. Mejor es olvidarnos de los miserables «indios». Total: ellos no hablan el ayamàn. Mejor es olvidarnos del conuco y su cultura milenaria que sobrevivió a la voracidad de terratenientes, expropiación forzada, explotación y más explotación capitalista. Para muchos desalmados, es mejor que la industria bata el cielo azul con su oscuro humo letal. Que viva el petróleo y la conciencia de la renta que nos hace olvidar el pasado. Gracias a la sangre derramada, a los mártires y a los héroes, ahora el petróleo es nuestro y se reparte a través de diversas Misiones, como la de Barrio Adentro que lleva gratuitamente y garantiza la salud al pueblo; de la campaña de alfabetización o de la Misiòn Milagro que le devolvió la vista a centenares de miles de compatriotas. Bacoa sigue dándonos la lección de ejemplar jefe querrillero que nunca pudo ser vencido en la sierra coriana. Manaure no fue el traidor que pactó con el Adelantado Juan de Ampíes para dar el visto bueno y silenciar el etnocidio. Hay mucha tela que cortar para rescribir la historia desde el lado de los «vencidos»… hoy victoriosos. Las flechas siguen su curso de guerra. Ahì està Puerto Flechado, en Paraguanà, para testimoniarlo. No es sólo la arepa lo que está vivo de la espiritualidad ancestral. Son los espíritus de los mohanes y de María Lionza quienes nos acompañan en la reafirmación de la identidad y de la soberanía. Forman parte del rostro de la Nueva Venezuela. A pesar de las «buenos funcionarios» y burócratas de turno que los quieren acallar y mantener en sus sitios de labranza. La Constitución Bolivariana de 1999 por delante los defiende y ellos tienen voz y voto para opinar y estar presentes, aunque nadie los invite. El presidente Chávez sigue transfiriendo el poder al Pueblo, del que forman parte estos campesinos. Estos ayamanes de rostro anónimo hasta hace poco sonarán sus cachos en favor del venado redentor de la vida al lado de pitos y alharacas de tamborinos. Nadie ni nadie los podrá seguir acallando. Venezuela lleva en sus venas sangre de liberación de la América India, africana y mestiza. El pueblo tiene rostro aborigen y no se avergüenza por ello. Vivirá y vencerá. Comandante guerrillero: adelante. Su energía positiva. amasada en Las Turas, se unió al rezo colectivo de los marchistas para que llegue a su cuerpo y a su espíritu de combatiente.
No habrá sólo rezos en templos confinados. Habrá voltear de las buenas energías que nos vienen del conuco o del trapiche de la montaña en canto distintivo en favor del cambio irreversible. Las empuja desde lo alto el viento irredento y libre. María Lionza con su corte Libertadora, presidida por Simón Bolívar, Guaicaipuro y El Negro Primero, todos acompañados por la enseña nacional, o tricolor patrio. Todo, en reafirmación de esta Revolución inspirada en el ideario y la acción de El Libertador Simón Bolívar, cuya espada sigue iluminando el camino hacia la plena y definitiva independencia. Venezuela tiene rostro africano, mestizo, mulato y criollo. Rostro de todos los colores y una sola conciencia. El pueblo venezolano son todos los pueblos aborígenes que conviven con nosotros– sus descendientes–, gentes de rostro variopinto y nos aportan la fuerza necesaria para seguir adelante. No habrá giro hacia atrás, por mucho capital que apoye la ruta contraria y acciones de gente que se nos opone con mucho poder y astucia. Ténganlo bien claro los oligarcas y sus amos imperiales; ténganlo claro la burguesía”nacional” y sus lacayos burócratas vestidos con el color que le indique la Camaleon-cracia: la Revolución nació en las manos del pueblo y vivirá en su corazón y en sus líderes de la estatura del Comandante Chávez Frías. El maíz del que nacimos, los cachos de los venados tureros truenan en las calles de la Coro, ayer de bandera y misa, invocando una tradición de lucha libertaria que se incorpora en favor de la marcha de la Historia.
En Coro, ciudad de barro, inscripta en 1993 en el Listado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.2012.03.10