jose y sabombo

José Ángel Quintero Weir

V. Donde hablamos de lo que me contó Sabombo de la guerra contra los yukpa y el recuerdo wayuu de los kusina.

A veces, me deprime enterarme de la muerte de mis hermanos, no porque mueran, pues, sabemos, todos estamos listos a morir, sólo los criollos se creen eternos y actúan o se comportan de acuerdo a esa su creencia; pero digo que me deprimo porque su muerte suele ocurrir cuando yo no he podido verles y despedirme de sus espíritus; por eso, sólo espero que cuando me corresponda viajar a einmatuare1, o a jepira2 o chibaëg3, pueda encontrarme con esos hermanos y decirles cuanto los he extrañado.

En eso pienso, porque, algún amigo me ha informado que ha muerto Benito Askeraya4, barí hermano que, en mi casa, es amado por mis hijos, y a quien prometí volver a visitar en kogdakaëg sin poder cumplir esa palabra. La realidad de mi cada vez más escasa posibilidad de movilización hacia la Sierra, con la muerte de Benito, me aterroriza; mucho más, en relación al ataida5 Sabombo de Kugdayi, pues, él es mucho más antiguo que Benito y a él también le prometí volverlo a visitar, y no he podido hacerlo, hasta ahora.

Por otro lado, debo confesar, que a diferencia de los bari, nunca he tenido una relación semejante con los hermanos yukpa y, mucho menos, con los Sapreria; de tal manera que el relato de la lucha yukpa y sapreria por un territorio en la sierra de Perijá sólo puedo hacerlo desde la voz de los barí, quienes, a pesar de haber enfrentado a los yukpa en su defensa territorial, terminaron acordando con éstos un arreglo que, hasta el presente, los barí han respetado y, por ello, siempre apoyaron la lucha del jefe yukpa Sabino Romero, pues, éste defendía el territorio yukpa que, ciertamente, estos habían logrado acordar con los barí en tiempos de la guerra contra las compañías inglesas que, apoyadas por el gobierno venezolano y colombiano, buscaban kúa bajo la tierra de la Sierra.

Pues, bien, Sabombo me contó que el territorio barí, antes de llegar los labagdó, por el lado norte de la Sierra, cubría hasta lo que hoy el Estado-gobierno de los criollos llama “Planicie de Maracaibo”, y eso abarca los actuales poblados de Machiques y La Villa del Rosario hasta muy cerca de la ciudad de Maracaibo y que, hoy constituyen los centros poblados más representativos del Municipio Machiques de Perijá.

Dice Sabombo que, cuando los blancos comenzaron a penetrar buscando sacar a kúa de debajo de la tierra, Abohkindou, gran ñatubay de todos los barí, decidió enfrentar a los labagdó por el lado sur y dejó a Sabombo la defensa del lado norte del territorio; pero el hecho es que, las más grandes fuerzas de los labagdó se concentraban en la región del sur, especialmente, por lo que hoy se conoce como las ciénegas de Juan Manuel (de Aguas Blancas y de Aguas Negras); por lo que, Sabombo, se vio obligado a reforzar las fuerzas de Abohkindou en el sur, dejando abierto el camino a la penetración de los blancos misioneros religiosos y de petroleros, que venían desde lo que hoy es Colombia, guiados por algunos yukpa (yukos les dicen en Colombia), quienes lograron penetrar en territorio barí y establecerse en lo que hoy se conoce como Misión de El Tokuko, no sin haber tenido que enfrentar a las fuerzas de Abohkindou y de Sabombo y, es por ello que, aún hoy, en la Misión de El Tokuko, los religiosos muestran como parte de su “sacrificio heroico” las flechas con que los barí hirieron o le dieron muerte a más de un sacerdote misionero capuchino en esa región de su antiguo territorio.

Pero, el hecho es que la gran penetración blanca en su búsqueda de kúa, se registraba en la región más baja de la bolsa del Lago de Maracaibo, la que era acometida tanto por el lado venezolano a través del río Catatumbo como por el lado colombiano por los afluentes del mismo río; de tal manera que, para Abohkindou y todos los barí, lo mejor era acordar un arreglo territorial con los yukpa, pues, no era posible enfrentar a los labagdó en el sur y a los yukpa en el norte.

Así se hizo y, a partir de ese arreglo, los yukpa se hicieron del espacio territorial de la región norte de la Sierra de Perijá, teniendo como base el hoy llamado río Santa Rosa hasta las inmediaciones próximas a la ciudad de Maracaibo, es decir, la planicie que incluye la cuenca del río Apón. Es este, pues, el momento en que se funda la Misión de los religiosos capuchinos en El Tokuko (nombre con que la bautizaron los yukpa, ya como su territorio); mientras, los barí continuaban su guerra, aún luego de la muerte de Abohkindou, en defensa de su territorio ahora marcado desde las márgenes del río Santa Rosa hasta las Ciénegas de Juan Manuel en el sur del Lago, esto, hasta fines de 1968; por lo que, me dijo Sabombo, “esta es la historia verdadera de los yukpa en este costado de la Sierra”.

Así, mientras los barí liderados por Abohkindou defendían su territorio en una lucha absolutamente desigual, pues, los labagdó no sólo contaban con hombres armados que tenían el respaldo “legal” otorgado por el Estado-gobierno de la época y que mediante la “Ley de Tierras Salvajes y Ejidos” aprobaba la eliminación física de los barí y por lo que, “legalmente”, los primeros sicarios de nuestra historia podían cobrar en pesos en el mercado de Machiques o La Villa del Rosario por cada par de orejas de barí, por ellos asesinados.

En todo caso, luego del acuerdo bari-yukpa, las tierras que van desde la ribera norte del río Santa Rosa hasta la planicie de Maracaibo pertenecían, por ese acuerdo, a los yukpa, que en ese momento eran aliados de los religiosos capuchinos, quienes, de acuerdo a sus propios propósitos, resultaban la guía de calabaza de las petroleras venezolanas y colombianas; claro está, los yukpa estaban muy lejos de conocer los verdaderos propósitos de los religiosos.

El hecho es que, de este lado de la Sierra y, sobre todo, en el espacio territorial cedido a los yukpa por los barí, nunca hubo yacimientos petroleros de significación para las transnacionales y, los existentes (Campo Rosario y Campo Boscán), aún hoy en producción, tanto las compañías como el Estado venezolano, en su origen, certificaron como resultado de su victoria militar frente a los barí y no como espacios propios del territorio yukpa6; pero que, asimismo, hizo posible la penetración y despojo territorial por parte de colonos criollos hoy conocidos como hacendados.

Ahora bien, no es sino a fines de los años setenta y comienzos de los ochenta que una nueva prospección (ahora satelital), determina que bajo los suelos de ese costado de la Sierra que incluye tanto el territorio yukpa como barí posee, por lo menos, importantes yacimientos de carbón, bauxita, piedra cementera y, muy particularmente, coltán, elemento que de acuerdo a algunos especialistas, vale más que el petróleo en el mercado mundial.

El hecho es que esta región es igualmente la zona más permeable de la frontera colombo-venezolana y, por ello, lugar de asentamiento y operaciones de las fuerzas irregulares colombianas, esto es, las FARC y el ELN, quienes, desde su perspectiva, les vale madres la historia del territorio y de sus habitantes, pues, para ellos, el problema es como asumir el poder en Bogotá, pero esta es otra historia. En todo caso, consideramos necesario contar dos historias fuertemente vividas por nosotros en esa región barí-yukpa.

La primera tuvo que ver con el secuestro del hijo de uno de los potentados hacendados originarios del periodo de despojo territorial de los barí. Así, el ELN entró en territorio venezolano, secuestró al sujeto y lo llevó a territorio colombiano, claro está, el comando del ELN tuvo que atravesar territorio yukpa antes de atravesar la frontera, por lo que, con el secuestrado hizo parada en una comunidad yukpa. Allí se estuvieron el tiempo que las mujeres les preparaban comida y los ancianos y ancianas callaban frente al poder de sus armas, pues, los hombres se encontraban fuera de la comunidad buscando cazar algún paují para la comida de todos.

Así, los “revolucionarios” del ELN comieron y dieron de comer al secuestrado, luego se fueron hacia arriba de la Sierra, buscando la frontera. No fue sino al día siguiente que el Ejército venezolano llegó a la misma comunidad siguiendo las huellas de los secuestradores del hijo del potentado. Muy “valientemente”, el ejército venezolano sometió a la comunidad yukpa, arrodilló a los ancianos y ancianas y amenazó liquidarlos si no aparecía el jefe de la comunidad para guiarlos en la captura de los secuestradores. José Rosario Paisi, maestro y cacique de la comunidad, ante la amenaza de los soldados y el sufrimiento de los abuelos y abuelas sometidos por estos “valientes militares”, asumió la responsabilidad; por ello, fue llevado por las fuerzas militares venezolanas como guía y, posteriormente, como acusado del secuestro y favorecedor de la guerrilla colombiana, siendo trasladado de inmediato al tribunal miliar del Teatro de Operaciones ubicado en San Cristóbal (Estado Táchira), donde fue condenado a 25 años por un Tribunal Militar por el delito de “Traición a la Patria” (de los Watías).

Necesito contarles que, quien ordenó este arresto y condena fue el comandante del Teatro de Operaciones, un tal General Pogiolli, quien, al inicio del gobierno de la “revolución bolivariana de Chávez”, fue nombrado por éste como su Director Nacional de Inteligencia Militar; mientras que Paisi, moría lentamente como mueren los pájaros enjaulados y, por eso, buscábamos sacarlo de la cárcel a cualquier precio, no sólo porque no era culpable, sino porque en verdad, se estaba muriendo.

Entonces, acompañado de un periodista de un periódico local, y luego de establecer acuerdos con representantes del ELN en la ciudad de Maracaibo, me fui a ese costado de la Sierra de Perijá dando una vuelta desde Maicao. Allí nos encontramos con el Frente Guerrillero del ELN en esa zona. Ellos sólo querían esa entrevista y su difusión en Venezuela; para ellos, era importante su demostración de poder. Sin embargo, para mí, el objetivo era que ellos asumieran el costo económico de la libertad de Paisi. No olvido que se trataba de unos 5 millones de bolívares (de los viejos) exigidos por el juez7 de la causa, para liberar al maestro yukpa Paisi, y como ellos estaban por cobrar (según el decir) unos 400 millones por el secuestrado, pues, pensamos, ingenuamente, que los revolucionarios del ELN asumirían la responsabilidad por ell desastre que habían causado a la comunidad. Pero, para mi definitiva desilusión acerca de estos personajes, el “Comandante” del Frente me dijo que, lamentablemente, la prisión y condena del yukpa Paisi no era más que un mero daño colateral, y que el ELN no podía asumir ni política ni económicamente su prisión o su muerte.

La segunda experiencia tuvo que ver con la prisión y condena por narcotráfico a dos barí que, en medio del río Catatumbo no podían negarse a dar el aventón en su embarcación a dos colombianos, evidentemente miembros de las FARC, hasta un lugar ubicado en el río y donde estos operaban un laboratorio de procesamiento de la hoja de coca. La cosa es que las fuerzas militares venezolanas estaban ya apostadas en el sitio, a la espera de sus propietarios. Fue cuando llegaron los barí a dejar a los colombianos; entonces, fueron apresados y de inmediato llevados a la Cárcel de La Fría (Estado Táchira) y condenados por narcotraficantes. Sin embargo, los dos colombianos, miembros de las FARC, fueron liberados de inmediato, pues, ya para ese momento era evidente que funcionaba un acuerdo entre las FARC y el Gobierno venezolano del Presidente Chávez.

Lo que pasó luego con estos barí estuvo atado al proceso electoral del momento; de hecho, sus familias no me buscaron más, pues, Chavez les prometió su liberación si ganaba la elección de ese momento (que ciertamente fue su última antes de morir). Si mal no recuerdo, Chávez perdió en ese Municipio, si liberó o no a los barí, no lo sé, pues, esa familia oriunda de la comunidad de Bogshi, nunca más me volvió a buscar; imagino que sus hombres salieron en libertad, pues, ni eran culpables y, además, los verdaderos culpables estaban protegidos por el gobierno y ya negociando con el gobierno colombiano el destino de sus negocios narcotraficantes del que los barí no tenían idea.

Finalmente, en 1995, un proyecto que cerca de dos décadas antes, el Estado había iniciado en las tierras de la llamada Planicie de Maracaibo, secundado por científicos de la Universidad del Zulia y cuyo propósito central era la construcción de una represa que permitiera inundar esa planicie en función de permitir inundar la planicie y generar procesos de riego a tierras que siempre han dependido del movimiento de las lluvias para poder ser sembradas por los indígenas o campesinos.

Sin embargo, tal inundación de tierras afectaría, de manera directa al pueblo Sapreria que, en efecto, es tal vez, el último pueblo indígena en establecerse en ese costado de la Sierra de Perijá. De acuerdo a la memoria de los wayuu y de los añuu, estos Sapreria se constituyeron como enemigos directos en virtud de que secuestraban a sus mujeres, o tomaban sin permiso el fruto de sus siembras; por eso, para los wayuu resultaban ser Kusina (ladrón, que tiene la propiedad de tomar lo que no es suyo); o por los añuu, como karüwei (con la misma implicación significativa); en todo caso, los Sapreria quedaron finalmente atrapados en ese costado de la Sierra y, ahora, el espacio que finalmente había territorializado fue inundado con los ríos desplazados por el Estado-gobierno sin ni siquiera consultarles.

En ese momento, era la Doctora Lolita Aniyar de Castro la gobernadora del Estado Zulia y, fue ella quien obligó al Presidente Rafael Caldera a destinar un presupuesto para la adquisición de algunas haciendas de la zona aledaña a los Sapreria, para que les fueran otorgadas a este pueblo luego de la inundación del espacio territorial que anteriormente ellos habían territorializado.

En fin, los Sapreria son Karibes que (no sabemos) en algún momento penetraron la Sierra como lo que siempre han sido: perfectos cazadores; ésto pensamos porque, sabemos, algunas poblaciones Karibes podían desplazarse a grandes distancias en busca de cacería sin aposentarse o territorializar un lugar más allá de su posibilidad de cacería; en todo caso, en el momento e que los hoy conocidos como Sapreria penetraron ese costado de la Sierra terminaron atrapados en tres frentes: por el costado norte por los fuertes wayuu; por el lado sur, por los yukpa y los barí; por occidente por los yukpas que ahora se desplazaban libremente por esa región del noreste de lo que hoy es Venezuela, y, finalmente, por oriente y, obligadamente a través de los ríos, acosados por los añuu.

Así, pues, los Sapreria quedaron atrapados y, ahora, condenados a desaparecer por el Estado-gobierno y la ciencia universitaria en función del mercado mundial; de hecho, podemos atrevernos a señalar que hoy día existen unos muy pocos Sapreria, ya muy mezclados con población campesina criolla colombiana, e infectados con enfermedades terminales como el SIDA; por lo que, no es ninguna adivinación el vaticinio de su factible desaparición como pueblo.

1Einmatuare: corazón de la tierra de donde emergen en su origen los añuu y al que regresan luego de morir.

2Jepira: lugar al que viajan los espíritus de todos los wayuu muertos.

3Chibaëg: la luna es el lugar al que viajan los espíritus de los bari cuando mueren.

4Benito Askeraya: barí originario de Yegbashi pero que en la lucha contra las transnacionales del carbón se dispuso a construir la comunidad de Karañakaëg, proceso en el que perdió una pierna al ser mordido por una serpiente Guayacan. Amigo de mi casa y de mis hijos, especialmente de Sonia quien, resguarda y cuida, aún de mí, un video en el que Benito cuenta la historia del origen de los barí en el mundo.

5Ataida: Padre, en lengua barí.

6Particularmente, Campo Boscán, ubicado en el espacio territorial de la Planicie de Maracaibo que, de acuerdo al pacto barí-yukpa forma parte del territorio yukpa.

7Porque ayer, tal como hoy, un juez (civil o militar), tiene un precio que él mismo se adjudica.

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