Entierro Cacique Sabino 08 mar 2013 435

Juan Carlos La Rosa Velazco

Hace unos días por pura casualidad en un cajero de un centro comercial me topé con la actriz que acaba de ser vilmente asesinada, me paré detrás de ella en la cola sin saber quién era, espere mi turno a una distancia prudencial y cuando volteó vi sus ojos que me miraron un poco asustada, «¡mi cara de guajiro criminalizado! pensé», se fue rapidamente y luego Robzayda me dijo que era una actriz de telenovelas.

Es notable cómo el país se ha conmovido con su lamentable asesinato, el Presidente y todos los medios públicos dedican espacio al duelo, vuelvo a ver sus ojos en las pantallas por todas partes y no puedo olvidar cómo hemos tenido que forzar la visibilización artesanal de cada hermano indígena asesinado, cómo olvidar que ni Chávez ni Maduro nunca pronunciaron el nombre de Sabino, tampoco Capriles por supuesto.

Arias es la primera excepción a esta regla de silencio invariable, nombró a Sabino a las pocas horas de su muerte, y fue a comprobar su condición de cadáver acompañado de la tristemente celebre Nicia Maldonado, exministra de «pueblos indígenas» en un intento novedoso y miserable de apropiarse del símbolo para que su memoria no señale su condición de lacayo de las mineras y amigo de los latifundistas zulianos. Anda pensando en una Plaza temática Sabino Romero, donde podría seguramente pedirle a Odebrech o a Carbozulia que patrocinen su mantenimiento.

Algunos compañeros en su angustia por la invisibilización de los luchadores asesinados o tal vez en los caso menos afortunados por puro oportunismo intentan asociar el rostros de Sabino al del Comandante Chávez, sin percatarse, o tal vez sin importarle que así se contribuye a limar las aristas de un símbolo de rebeldía, que no es lo mismo una estatua de mármol o silicón de Sabino a la estatua viva del movimiento de estatuas rebeldes callejeras. PDVSA la Estancia se molestaba e hizo intentos de censurar a los que cantaban por Sabino en sus conciertos, hoy paga murales con su rostro en las paredes de Caracas. Chávez es un poderoso símbolo, quién lo duda. Pero le toca el camino de Julio César y no el de Sandino o el de Tupac Amarú, es un símbolo que nace en la cuna del poder, no en la celda del martirio, no se si el pueblo pueda arrancarle el símbolo de Chávez al protocolo de la burocracia, pero será muy difícil, porque mientras el pueblo le prende velas (ahí está la esperanza), Dario Vivas y otras agencias de publicidad instalan avisos luminosos y tarimas.

Terrible es pedirle al poder que te escuche, que te acepte en su lista de audiencia y que este no te pare ni media bola, pero más vergonzoso es pedirle al poder que le ponga el nombre de tu hermano a la calle donde desfila su sangre y su sacrificio en el plan de desmantelamiento de la resistencia del pueblo yukpa en el que ya tiene un triunfo temporal el propio gobierno venezolano y su oposición de bolsillo. No podemos pedirle a Maduro que la «comuna» que el gobierno decreta en territorio yukpa se llame Sabino Romero si el hermano murió negándose a destruir su propio gobierno ancestral, nunca aceptó consejos comunales y al negó la autoridad de los «caciques mayores impuestos por el Plan Perijá del Gobierno, no hizo proyectos para que le dieran un camión tritón 350.

Tod@s los que acompañamos la artesanía comunicacional de la lucha del pueblo yukpa y de la lucha por la tierra en Venezuela y sabemos el anonimato al que el gobierno entrega a nuestros muertos de ahora, hemos podido sentir las evidencia de la verdad mas despiadada y miserable ante el duelo de ocasión en el que el gobierno está metido en las últimas horas. La desafortunada Mónica no ha unido al país, pero evidencia la miserable unidad de nuestra mediana conciencia.

El poder tiene una voz coherente, venceremos cuando la coherencia tenga el rostro de nuestra dignidad. Y cuando nuestra palabra no intente dialogar con un poder que sólo procesa peticiones contempladas en las partidas presupuestarias.

Un comentario en «El Indio y la actriz»

  1. En ocasiones compañero, una idea justa no tiene cabida en el escenario general de la lucha. Nadie la ve. Sólo unos pocos. Y las condiciones de lucha de quien la observa, no son, tal vez, las mejores. No se puede, incluso, convencer al resto de los compañeros aparentemente más combativos de la legitimidad del argumento esgrimido. Entonces, compañero, hay que redoblar estrategias, volverse más cauto para defender esa verdad contra cualquier manipulación circunstancial. Defenderla como algo sagrado para que no muera la dignidad, y para que al final la fuerza de la verdad prevalezca sin que esto cause bajas en nuestras filas. Creo que esa agudeza nos faltó.

    Hermoso, necesario y certero tu escrito. No forma parte de la bulla mediática. Es la palabra auténtica nacida de una dignidad que sé que anida en tu espíritu y que impide las distancias, aunque existan. Un abrazo.

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