Economista
Dentro de plan del 13 al 19 lo que menos me ha gustado es aquello de “CONVERTIR A VENEZUELA EN UN PAÍS POTENCIA EN LO SOCIAL, LO ECONÓMICO Y EN LO POLÍTICO DENTRO DE UNA GRAN POTENCIA NACIENTE DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE QUE GARANTICEN LA CONFORMACIÓN DE UNA ZONA DE PAZ EN NUESTRA AMÉRICA” porque me suena al planteamiento desarrollista de Lula con un toque internacionalista, y hoy podemos podemos oír las campanadas rebeldes contra esos planteamientos que precisamente nacieron desde la Brasil militarizada de los años 60 y elaborado por los economistas más reaccionarios que haya tenido el continente con la anuencia del imperialismo norteamericano, tales como Henrique Cardozo, Celso Furtado, Carlos Lessa, entre otros.
Ser potencia para lo que sea, es parecernos a lo que hoy son las grandes potencias y es mejor decir convertir a Venezuela en un país socialista para poder ser todo lo que ello implica. No quiero a una suramerica convertida en gigante que vea a los demás como enanos, es copiar lo que criticamos de la cultura occidentalizante. Las palabras pueden enredarnos porque responden como lenguaje a criterios aprendidos o propios que huelen a dominación.
Maduro una vez te oi decir que “si no existe la burguesía nacional, hay que crearla” y aspiro que hayas superado esta concepción de Liberación Nacional, porque ya Chávez sabiamente superó ese criterio. Liberación Nacional sin plantear el socialismo, es como querer casarse sin tener la novia. Las visiones nacionalistas ayudan a ganar adeptos, pero no infaliblemente nos lleva a la revolución anticapitalista y la burguesía nacional por estos tiempos, hace mucho tiempo que dejó de amar el terruño donde nació, hoy es vocera inseparable del imperialismo.
No importa que sea un documento avalado por el Comandante, ese III punto del programa nos huele a equivocación así lo haya firmado el Presidente amado, porque también los científicos, los sabios, los brujos, los magos, los llenos de amor se equivocan, o de lo contrario serían dioses, aunque estos oculten sus equivocaciones. Y esa equivocación puede ser posible, porque dentro de su entorno, como paradoja, hay muchos izquierdistas neoliberales y desarrollistas, y lo lamentable es que siguen siendo el mismo entorno del Presidente Maduro, y que conste, no quiero ser entorno de nadie, ni tener nadie a mi entorno, porque no tengo aspiraciones de jefe ya que se sufre mucho por los demás y los demás no lo saben. Por eso en mi época de Militante fundador de Bandera Roja, (milité en BR hasta 1980) asumí muchas veces mi condición de jefe como una tarea no como una posición jerárquica
Les recomiendo, y en especial al Presidente Maduro, que se lean “La lucha de Clases en la URSS” de Charles Betelheim, Tomo I, para que descubran los resultados de aquello de “desarrollar las fuerzas productivas” así en abstracto y entendamos porque Rusia hoy es como es: una potencia con las mismas aspiraciones de todas las potencias.
Nuestro maestro, sin proponerselo, Carlos Marx, a pesar de decir en el prólogo a la Contribución de la Crítica a la Economía Política: “...En una fase determinada de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de poducción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas evolutiva de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones, se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una época de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura” no nos está diciendo que corramos desesperadamente a desarrollar las fuerzas productivas para que se “abra la época de revolución social”. Estaba viendo a Inglaterra, el país capitalista más desarrollado capitalisticamente de la época, la crisis de los años 50 del siglo XIX y la posibilidad de la revolución comunista.
Allí está unos de los grandes errores de la revolución rusa, leer mecánicamente a Marx, tal como se lee la Biblia para los cristianos, apostólicos y romanos y luego para toda la gama de protestantes quienes siendo antipapales, se la estudian aún más dogmaticamente para alejarse de la realidad diabólicamente terrenal. Lenin, rechazando la recomendación de otros revolucionarios, de seguir el camino de la Comuna rusa, (Mir ruso) cogió por el camino capitalista, es decir, desarrollar el capitalismo para que proliferarán los obreros y estos convertidos en mayoría harían la revolución, porque de lo contrario no era posible hacerla en un país gigantesco y sobdesarrollado. Resultado: el que conocemos hoy, una Rusia capitalista, añorando al Zar, casi anticomunista, odiando a Lenin y todo lo que huela a él, pero potencia al fin.
Desarrollar el capitalismo, desarrollando las fuerza productivas, sin preguntarse ¿Qué tipo de fuerzas productivas?, ¿Cuáles fuerzas productivas? ¿Cuál es el tipo de desarrollo que queremos? y otras preguntas que debemos hacernos, nos lleva al camino de la extinta URSS, luego de 70 años de sudor y lágrimas para los pueblos que la integraban. Marx no dijo tajantemente que las relaciones sociales de producción de Inglaterra eran una camisa de contención para el desarroll de las fuerzas productivas porque no era adivino, ni pitoniso, simplemente estableció a partir de sus estudios, una tendencia que le mostraba Inglaterra y todos los países que llegaran a esa misma condición. Si leyeramos otros textos de Marx posteriores a la Contribución, como el Tomo III de El Capital, nos daríamos cuenta que el capitalismo tiene mecanismos para controlar y salir de la crísis, incluso de la depresión. La historia nos ha demostrado que Marx tenía razón, porque el capitalismo usando los mismos elementos que generan la crísis, llega a controlarla, siempre que la voluntad revolucionaria de los trabajadores no se haga presente.
Los revolucionarios de hoy, parece que no leen y menos estudian a Marx, porque da la leve impresión que los traidores de la revolución socialista – comunista, han hecho mella en sus prácticas: “Marx es cosa del pasado” y aquello de Lenin, también mal leído, “que a situaciones concretas, soluciones concretas” lo cual los ha sumido en el pragmatismo, tan dañino como la contrarevolución misma.
Chávez nos llamaba estudiar, pues estudiemos, Chávez nos llamaba a pensar, pues pensemos. Pero no veamos todo lo escrito por Marx, por Lenin, por el Che, o por Chávez como un recetario, porque podemos comer muy bien, pero cagamos mal. Cualquiera de ellos nos diría que pensemos con nuestras propias cabezas, aprendamos de nuestros errores y de los errores de los demás.
Pongámole una bomba al desarrollismo, padre antidiluviano de lo que hoy llamamos neoliberalismo. Muchos de las cabezas del Gobierno no le han pasado una lectura a Marx, pero si Métzáros, porque lo recomendaba el Comandante y había que complacerle o imitarle para ser como él, creo que Chávez no aspiraba eso. Métzáros es un marxista, alumno de Luckas, no es Marx como no lo fueron Luckas ni Lenin, y para entender a Marx hay que ir a las fuentes originarias para poder pensar con cabeza propia, por supuesto, enriquecida con los valiosos aportes de quienes lo han estudiado, pero principalmente a quienes han demostrado su condición de revolucionarios, no a teóricos de la teoría.
He dicho todo esto, porque veo la política económica del gobierno por muy mal camino, o mejor sin camino. Ya Lula transitó por esta ruta y veamos lo que está ocurriendo en Brasil. Una potencia colocado al lado de los grandes, con una miseria al interior tan grande, como cualquiera de las miserias del mundo. Tenemos que revisar el sendero por donde nos ha llevado el capitalismo para llegar a lo que hoy estamos viviendo. El desarrollo existente es resultado del sacrificio laboral de millones de humanos, de su sudor y agotamiento, de destrucción del planeta, de aniquilar muchas formas de vida, de desaparecer bosques, ríos, lagos, vuelos y almas. Es la actuación del humano contra todo, incluso contra si mismo.
Podemos tener muchos carros, grandes carreteras, trenes rapidísimos, satélites, fabricas de computadoras, de robots, grandes cuidades, pero no tenemos alimento, lo cual es como tener un cuerpo y no tener alma que lo soporte, no alma en términos religiosos, sino espacio que lo sostenga. Ya el imperialismo nos pico adelante y se ha colocado a la vanguardia de la producción de Alimentos, los grandes capitales se han posesionado de la agricultura a través de lo transgénico, porque saben que cuerpo sin alimento que lo sostenga no es cuerpo, y si lo es, dura muy poco. Se colocaron por delante del hambre, que toca tanto a ricos como a pobres, así es el capital, va trás la demanda para vender, y cuando monopoliza la oferta, pone el precio que le da la gana. El capital no es solidario, es sanguinario y egoísta.
Para vencer al capitalismo hay que torcer la ruta, coger el camino contrario. Ir hacia el socialismo pero sin los resabios capitalistas y eso implica pensar colectivamente, sin manipulaciones ni hegemonías de advenedizos y jala bolas. El socialismo implica, un pueblo trabajador actuando y pensando, no un pueblo llamado a protagonizar un guión previamente elaborado desde arriba y sin ser consultado. Ese estilo burgués de hacer la política, no tiene sentido y quienes lo hagan, serán los culpables cuando caigamos en el despeñadero.
El pueblo es sabio y paciente, nos decía Alí Primera… creo que llegó el momento de despertar la sabiduría y reventar la paciencia porque el enemigo lo tenemos cerca y ese no perdona los que consideran culpables, ni al pueblo que por pendejo los dejó hablar de revolución sin que nada de eso estuviera ocurriendo.
Chávez en su despedida dijo “O comuna o nada”, verdad eterna de nuestro comandante. Ese es el camino que no quiso tomar Lenin ni el Partido Comunista de la URSS pudiendo hacerlo. Pero no la Comuna que nos pide la Ley de Comunas aprobada por la Asamblea Nacional, que no es más que un mini Estado burgués, con su parlamento y todo, con los poderes divididos, con toda la parafrenaria burocrática del Estado que criticamos. Queremos la Comuna como la de Paris, un todo comunal sin fracturas, ni jefaturas prefiguradas a partie de sociedades de clases, queremos la comuna como la de nuestros antepasados, libres, cristalinas, sin jeraquías de ningín tipo; organizadas para la vida colectiva y con un criterio de país que apunte a reventar fronteras.
Las fuerzas productivas existen y las repotenciaremos pero con relaciones sociales que le marquen el rumbo a esas fuerzas. La Comuna recojerá lo mejor de esas fuerzas productivas y las desarrollará para bien del humano y del planeta. Es necesario, cualificar esas fuerza porque muchas como las bélicas y la industria de los hidrocarburos, sólo conducen al sufrimiento y a la muerte.