La mala praxis policial es un eufemismo, pues su verdadero nombre es represión
Por: José Rafael Pérez Castillo.
Los Acontecimientos acaecidos en la ciudad de Barquisimeto, que ha dejado un triste saldo de varios detenidos (con privación de libertad incluida), mujeres lesionadas, niños y adolescentes golpeados y hombres salvajemente vejados y torturados nos obliga, nuevamente a insistir sobre el tema de los represores y torturadores que, lamentablemente, persisten en los cuerpos policiales y militares venezolanos.
La cultura de la represión es consustancial e inherente al policía. La teoría del uso diferenciado y progresivo de la fuerza que desde el gobierno se asoma en forma tímida, diariamente choca con toda una práctica de maltrato policial hacia los ciudadanos, pero es especial, hacia el pueblo pobre.
No es casual que en la emboscada preparada contra militantes del movimiento Frente Revolucionario de Inquilinos y Ocupantes (FRIO) hayan hecho una tregua macabra el Gobernador y la Alcaldesa. El primero, como sabemos, escogió el camino en el que la represión a la gente humilde es una pieza clave de su programa; y la segunda, por la vía que lleva, está cerca del sendero del señor Falcón.
No basta con mencionar que hubo una represión salvaje, ordenada por el binomio Falcón-Amalia. Es bueno decir, con detalles, que un dirigente del FRIO le fue desprendido el tabique nasal a golpes con los cascos que usa la Guardia Nacional Bolivariana; que dos dirigentes de ese movimiento social se les dictó, en cuestión de minutos una medida preventiva de libertad y pasados a la cárcel de Uribana; se habla, incluso de colocación de electricidad en los testículos a uno de los detenidos; la saña y desprecio hacia las mujeres adquirió proporciones grotescas. En otras palabras, el chip represivo ancestral que tiene todo policía, muchas veces con la camisa de fuerza por el discurso humanista que emplea el presidente Chávez, está vez se desbocó.
Aquí es bueno insistir que la represión y la tortura nos es política del actual Estado venezolano. Pero, tal como sucedieron los hechos, es obligatorio que ese mismo Estado que actúa con diligencia y prontitud ante el asesinato de la hija de un funcionario del gobierno de Sebastian Piñera, lo haga también en el caso de la represión a dirigentes sociales en Barquisimeto.
El enjuiciamiento de los guardias nacionales y policías que golpearon, lesionaron, vejaron y maltrataron a hombres, mujeres y adolescentes es una tarea impostergable, como impostergable tiene que ser la expulsión de todos esos funcionarios. La mala praxis policial, es un eufemismo, pues su verdadero nombre es la represión, requiere que desde el alto gobierno se ejecuten medidas contundentes, eficaces y con celeridad ante cualquier atropello, y digo que es desde el alto gobierno, porque sencillamente los simples mortales que somos los ciudadanos, no contamos con elementos de control efectivo de la policía, más allá de la denuncia.
La represión, la tortura y el maltrato constituyen la negación del socialismo. Es la negación de la vida misma. Quienes militamos en la izquierda, conocemos bien los métodos de represión policial. Ahora, en los albores de un nuevo modelo político- social, no permitiremos que reviva la crueldad.-